Asociación de amigos del vino - Huesca
El descube
Una
vez
realizada
la
fermentación
tumultuosa
o
primera
fermentación
de
una
duración
de
4
a
6
días,
se
procede
al
descube
consistente
en
sacar
el
vino
por
la
parte
baja
del
depósito
separándolo
de
la
pasta
depositada
en
el
fondo
y
trasladándolo
a
otro
depósito.
En
éste
se
realiza
una
fermentación
lenta
o
secundaria,
cuya
duración
es
de
dos
a
tres
semanas.
Durante
esta
segunda
fermentación
se
perfecciona
en
sus
cualidades,
los
azúcares
terminan
su
desdoblamiento
y
los
componentes
tienden
a
una
inicial
estabilización.
A
continuación
y
mediante
la
práctica
de
los
trasiegos
se
separan
periódicamente
los
vinos
de
las
heces
(precipitaciones
producidas
por
la
primera
y
segunda
fermentación)
de
las
materias
que
lentamente
van
haciéndose
insolubles
y
precipitándose
en
el
fondo
de
los
envases,
ya
que
en
las
heces
existen
materias
que
pueden
descomponerse
y
servir
de
medio
apropiado
para
el
desarrollo
de
microorganismos
y
comunicar gustos y olores poco gratos.
Entre
el
primero
y
segundo
trasiego
en
muchos
vinos
se
suele
producir
la
fermentación
maloláctica
dando
por
resultado:
Una
mejora
gustativa,
al
suavizarse
el
vino,
pérdida
de
aroma
afrutado,
disminución
de
acidez,
aumento
de
ácido
láctico,
ya
que
con
dicha
fermentación
las
bacterias
lácticas
transforman
el
ácido
málico
en
láctico.
Clarificación del vino
Los
consumidores
de
vino,
manifiestan
una
preferencia
cada
día
más
clara
para
los
vinos
jóvenes
y
frescos.
Actualmente
goza
de
mayor
aceptación
el
vino
claro,
brillante
e
inalterable
al
aire,
a
partir
del
momento
en
que
haya
finalizado
la
maduración
de
éste.
Los
métodos
de
elaboración
del
vino
consistían
antiguamente
en
un
almacenamiento
que
se
extendía
a
lo
largo
de
muchos
años,
pues
únicamente
de
este
modo
se
logra
una
clarificación
y
estabilidad,
pero
esta
era
siempre
durante
la
elaboración
del
vino
se
hubieran
realizado
los
trasiegos
suficientes.
Ahora
bien
el
almacenamiento
largo
da
lugar
a
que
el
vino
pierda
notable
cantidad
de
bouquet,
además
de
exponerse
a
padecer un enturbiamiento de color pardo.
Actualmente
hay
una
serie
de
métodos
enológicos
que
permiten
conseguir
estos
vinos
jóvenes y frescos, brillantes e inalterables al aire.
Se distinguen por tanto varias formas de clarificación:
Clarificación
espontánea
,
la
que
se
realiza
de
una
manera
natural
en
los
mismos
tinos
o depósitos de la bodega.
Clarificación influida,
la que se realiza con tratamiento fisicoquímicos, que pueden ser:
Por
adición
directa
de
productos
inocuos,
que
produzcan
la
sedimentación
de
las
substancias enturbiadoras.
Por acción mecánica:
Centrifugación, filtración y abrillantado.
Sulfuración de los mostos
El
anhídrido sulfuroso
ejerce múltiples efectos sobre la marcha de la fermentación:
- Selecciona la flora microbiana.
- Detiene el movimiento fermentativo.
- Disuelve la materia colorante de las vinazas.
- Protege de las acciones oxidantes.
La
sulfuración
del
mosto
y
vino
es
un
proceso
que
se
viene
practicando
desde
hace
años,
con
la
finalidad
de
detener
el
movimiento
fermentativo
y
centra
toda
actividad
de
microorganismos causantes de enfermedades.
A
pesar
de
los
enormes
progresos
de
la
química,
aún
no
se
ha
dado
con
una
substancia que sustituya el anhídrido sulfuroso en la industria del vino.
Además
de
los
procedimientos
antiguos
de
quemar
azufre,
en
tiras,
anillos
o
hilos
en
el
fino,
en
los
mostos
o
en
las
barricas
vacías
para
su
desinfección,
en
la
actualidad
existen aparatos denominados sulfitómetros que inyectan anhídrido sulfuroso líquido.
Prensado
Consiste
en
exprimir
los
orujos
para
obtener
todo
el
vino
que
se
posible.
El
vino
que
se obtiene se denomina vino de prensa.
El
prensado
es
siempre
un
procedimiento
de
compleja
mecánica,
basado
en
la
fuerza
de
una
presión
aplicada
y
convenientemente
distribuida
a
toda
la
masa
que
se
elabore.
Todavía
existen
algunas
prensas
de
leva
o
husillos
de
fuerza
manual
pero
en
la
actualidad las prensas industriales las podemos clasificar en:
Prensas continuas.
Presión
por
reducción
de
salida
o
prensas
veloces
en
las
que
las
pastas,
en
rápido
proceso
de
desplazamiento
y
baja
presión
son
apuradas
in
otra
compresión
que
una
reducción simple en la boca de la descarga.
Presión
con
obturación,
de
cuyas
prensas
de
pastas
se
desplazan
a
ritmo
lento
y
fuerte
presión,
ejercida
por
el
espiral
y
el
taco
formado
en
una
cámara
de
compresión,
a
cuya
salida
se
opone
un
obturador
regulando
su
fuerza
mediante
contrapesas
o
dispositivo hidráulico.
Prensas horizontales.
Presión
y
depresión
combinadas,
como
resultado
de
los
platos
compresores
que
limitan
los
extremos
de
una
jaula
cilíndrica
en
posición
horizontal
y
cuyo
desplazamiento,
por
rotación
de
todo
el
conjunto
sobre
un
husillo
central,
comprime
la
masa
y
una
vez
alcanzada
la
presión
deseada,
o
al
final
de
recorrido
se
separan
los
platos,
al
mismo
tiempo
que
un
dispositivo
de
esponjado
desapelmaza
la
masa
para
volver
a
comprimir
y
desapelmazar
en
sucesivos
prensados.
Actualmente
existen
las
prensas horizontales neumáticas sin émbolo.
Prensas verticales de cubillos.
Presión
creciente
en
masa,
aplicada
con
ayuda
de
husillo
o
tornillo
central.
Es
un
tipo
de
prensa
usual
para
mostos
destinados
a
vinos
espumosos.
Algunas
de
ellas,
adaptadas
para
el
prensado
de
uva
entera,
llevan
cubillos
de
hasta
4
metros
de
diámetro y altura de 0,8 a 1 metro.
El
vino
de
prensa
difiere
del
vino
flor
tanto
más
cuanto
mayor
presión
se
haya
ejercido
para
obtenerlo.
Generalmente
el
vino
de
prensa
es
más
áspero,
más
tánico,
más
coloreado de más lenta maduración que el vino de flor.
Diversos
ensayos
analíticos
han
permitido
establecer
que
el
vino
prensado
tiene
una
graduación
alcohólica
de
una
décima
de
grado
superior
a
la
del
mosto
flor,
y
una
acidez
más
vida.
Además
resulta
más
rica
en
extractos,
cenizas,
tánico,
substancias
nitrogenadas y fosfatadas.
El
vino
de
segundo
prensado
es
menos
alcohólico
que
el
de
flor
y
se
presta
poco
para
ser
mezclado
con
éste.
Generalmente
se
guarda
aparte
y
se
emplea
en
la
mezcla con vinos de calidad inferior.
Vinificación en blanco o rosado
Consiste
en
fermentar
el
mosto
sin
ninguna
vinaza.
A
tal
vinificación
se
adaptan
las
uvas
blancas
que
producen
vinos
blancos
de
poco
cuerpo
y
las
tintas
con
la
producción de rosados.
La
vinificación
en
blanco
se
podría
realizar
siempre
con
los
modernos
ciclos
de
elaboración,
pero
también
se
puede
realizar
con
prensado
directo
como
el
caso
de
los
espumosos.
El
mosto
obtenido
del
estrujado
o
prensado,
conviene
que
experimente
una
separación,
o
sea
expulsión
de
las
sustancias
sólidas
constituidas
por
crémor
tártaro,
sustancias pépticas o mucilaginosos.
El
mosto
obtenido
se
coloca
con
una
moderada
adición
de
anhídrido
sulfuroso
(7
a
10
gr/Hl.)
el
cual
siendo
electrolítico,
favorecen
la
precipitación
de
los
coloides,
pero
sobre
todo
retrasa
el
comienzo
de
la
fermentación
alcohólica.
Esta
se
hace
desarrollar
en
recipientes
cerrados
reservando
un
pequeño
espacio
para
la
espuma.
El
tapón
o
tapa
de
las
cubas,
tinas
o
toneles
se
puede
dejar
abierto,
pero
a
menudo
se
cierra
con
tapones
hidráulicos
para
preservar
el
vino
de
las
fermentaciones
bacterianas.
Este
cierre
permite
la
salida
de
anhídrido
carbónico
que
se
desprende
durante
la
fermentación y no permite el paso del aire.
La
fermentación
de
estos
finos
en
vinos
blancos
es
más
bien
larga
pero
el
resultado
que
se
obtiene
compensa
ampliamente
este
inconveniente.
Los
vinos
que
se
obtienen
son finos, con escasa acidez volátil y agradable aroma.
En
el
primer
trasiego
(enero-febrero)
se
separa
el
vino
de
las
heces
que
se
forman
y
se encuentran en el recipiente.
Crianza y embotellado
Terminadas
las
fermentaciones,
el
vino
se
dispone
en
barricas
situadas
en
locales
a
temperatura
constante
y
baja,
el
vino
se
somete
a
varios
trasiegos
al
año
para
eliminar
los
barros
que
se
forman
en
los
fondos
de
los
envases
al
depurarse.
El
oxígeno
del
aire
que
se
disuelve
en
el
vino
por
los
trasiegos
y
pasa
a
través
de
los
poros
de
las
duelas,
reacciona
con
el
sulfuroso
y
también
con
el
alcohol;
como
consecuencia
de
esta
acción,
se
produce
sulfato
originado
por
el
sulfuroso
y
aldehído
e
incluso
acético
por
oxidación
del
alcohol.
Desde
luego,
la
acidez
volátil
aumenta
con
los
años
de
conservación
aunque
muy
lentamente.
Tanto
los
sulfatos
como
el
aldehído
son
perjudiciales
a
la
calidad
del
vino
fino
de
mesa
y
es
prudente
evitar
su
formación
cuanto
sea
posible.
Para
disminuir
la
producción
de
estas
dos
substancias
deben
limitarse
los
trasiegos
y
procurar
que
se
disuelva
la
menor
cantidad
de
aire
en
el vino mientras se realizan.
La
formación
de
aldehído
en
los
vinos
tintos
tiene
menos
importancia
porque
se
combina
con
la
materia
colorante
y
esta
combinación
termina
desapareciendo
por
precipitación,
acompañándose
el
fenómeno
de
pérdida
de
color
del
vino.
En
los
vinos
blancos por esta razón es conveniente la mínima permanencia en envase de madera.
Acerca
de
los
procesos
que
tienen
lugar
en
el
vino
durante
el
añejamiento,
los
conocimientos
son
escasos
y
poco
precisos.
Domina
el
convencimiento,
de
una
preponderancia
de
fenómenos
de
oxidación
durante
la
permanencia
en
envases
de
madera,
ya
que
el
vino
está
expuesto
a
contactos
con
el
aire
y
en
su
composición
se
encuentran
substancias
de
fácil
oxidación.
Por
el
contrario
a
la
fase
de
añejamiento
en
botella
se
le
da
un
carácter
reductor
ha
desaparecido
la
intervención
del
aire,
del
oxígeno
y
los
compuestos
oxidados
inicialmente
han
oxidado
a
otros,
quizá
irreversiblemente y persiste la gran capacidad reductora del vino.
Ha
de
tenerse
en
cuenta
que
si
bien
se
cumplen
reacciones
de
oxidación
y
reducción
durante
la
maduración
del
vino,
este
es
de
composición
muy
compleja,
por
lo
que
deben tener lugar reacciones de muy diversos tipos.
Termina el proceso de elaboración de los vinos con el embotellado.
La
puesta
en
botella
no
es
para
el
vino
una
simple
acción
mecánica
como
sucede
en
la
mayoría
de
los
productos
que
se
presentan
en
el
mercado
ya
que
durante
la
conservación
en
la
botella
el
producto
gana.
Una
vez
que
el
vino
se
ha
depurado,
ha
adquirido
estabilidad,
brillo
y
grado
de
aroma
y
sabor
que
es
propio
de
la
conservación
en
barrica,
se
completa
se
redondea
en
sus
cualidades,
desarrolla
su
bouquet definitivo en la botella y tal vez necesite años para llegar a este punto final.
La
materia
colorante
de
los
vinos
tintos
contribuye
poderosamente
a
su
“bouquet”.
Un
vino
al
añejarse
modifica
su
color
definitivamente
y
paralelamente
evoluciona
de
manera
muy
profunda
su
bouquet.
En
la
barrica
se
forman
depósitos
de
materia
colorante
y
es
muy
difícil
encontrar
un
vino
que
se
ha
mantenido
muchos
años
en
botella sin haber formado cierto sedimento también de colorante.